Tradiciones
“La muerte es redentora. Morir es volver a vivir. Quien siempre piensa en la muerte, en Dios pensará siempre; y quien siempre piense en Dios, no será muy pecador. Un justo que morir bien quería, pensaba en la muerte siete veces al día.”
Escrito anónimo
“Estoy muerto” dijo el abuelo, “ya me morí”, pero los signos vitales estaban tan bien que sonaba a broma.
Sin embargo repitió “ya me morí” postrado en su hamaca en pleno día de muertos mientras todos en su casa y junto a la abuela festejábamos estos tradicionales días.
Para puntualizar sobre la tradición, solemos hacer juntos el pib que es un tamal grande, lleno de carne, masa y col con un sabor delicioso y que se acostumbra hacerlo entre todos pues el proceso de elaboración es largo y tedioso. Para luego hornearlo y sentarnos juntos a degustar su delicioso sabor.
Es por ello que nos disponemos un día para celebrar y honrar a nuestros antepasados en familia.
Antes la abuela cocinaba absolutamente todo y solo llegábamos a armar uno que otro ahora nos ayuda desde su silla dirigiendo el pandero y probando el sabor del col para dar su aprobación (este componente es el más importante el que da el sabor).
El viejo por su parte ya cansado prefiere no salir de su cuarto aún sabiendo que estamos todos juntos festejando.
Pero eso si, junto a él tiene un timbre que hace sonar a cada rato para avisar que necesita algo y al escucharlo cualquier persona desocupada asiste al llamado.
En ocasiones solo quiere ver a alguien y no decir nada pero esta vez acudí al llamado, me quedé en la puerta esperando a que dijera algo porque tenía los ojos cerrados pero las manos como dirigiendo una canción y antes de llegar a su cuarto, en el pasillo, lo escuché dialogando. Sin embargo al llegar tenía los ojos cerrados.
-Eeeejeemmm dije
-“Estoy muerto” contestó
Más vivo que nunca aunque siento que traía el corazón apachurrado por tanto recuerdo y tantas personas que se han ido de su lado.
Yo te veo más vivo que nunca contesté. Necesitas algo agregué. Soy seca el es seco, es algo muy característico de nosotros.
Nada, contestó
Te traigo algo
No
¿Entonces?
Nada, estoy muerto ¿qué hacen? Preguntó
Me reí porque se hacía al muerto sin embargo le contesté pibes ¿con quién hablabas?
Con Dios contestó y me sonrió muy alegre
Con Dios y mi cara fue de total asombro ¿que dijo?
Que te importa contestó y sonrió
Baaaaa contesté ¿se te ofrece algo? Creo que estaba jugando.
Un vaso de coca
Listo ahora vengo
Llegue a la cocina y dije: el abuelo hablaba con Dios. Será? Y me dijo que está muerto.
Se rieron al unísono.
-El abuelo suele ser muy trivial últimamente dice que ya esta muerto pero es un sentimiento que tiene por los días de muertos.
-Bueno, creo que pudiera estar hablando con Dios y si así fuera que dichoso.
Una tía contestó
Está triste por la vida que se le ha ido de las manos. Tiene una tristeza tremenda que le abruma hasta el alma deseando dejar el plano terrenal y unirse al otro mundo en ese en donde las almas descansan y en donde vuelves a ver a todos los que alguna vez formaron parte de tu vida diaria como por ejemplo su tan amada madre: doña Ana.
Estas en toda verdad. Contesté sumida en pensamientos.
Los días de muerto no huelen a muertos para algunos por las delicias que se preparan en la cocina como el pan de muerto que hace mi mamá con aroma a anis y fragancia de naranja el cual al estar en su punto perfecto de cocción despliega un olor inmaculado.
Sin embargo para otros este día huele a ausencia, perdidas, a recuerdos y momentos que quisieran nunca hubieran pasado tan rápido, huelen a vida consumida, a soledad y a melancolía por todo lo que fue y ya no es, por todo lo vivido y lo que alguna vez uno fue. Huele a juventud vivida, a malos momentos pero buenos también, huele a una bomba de recuerdos, hermanos, experiencias.
Y saben creo que para el viejo así huele ahora.
Pero no está muerto, no ponemos el altar por él si no por los suyos y hoy disfrutamos sus momentos triviales incluso alguna que otra metada de madre de gratis que suele hacer cada que quiere.
Pero así se le quiere a este viejo, turco, testarudo y abuelo que es.
Y él que hoy me hace reflexionar sobre la muerte.
La muerte huele a vida, a la vida que alguna vez hubo, no huele a perdida y a tristeza si no a gloria de aquellos años mozos, no huele a dolor sino a esplendor y evolución.
La vida corta o larga hay que vivirla para que cuando llegue la muerte su presencia no atemorice si no más bien se le agradezca por el tiempo, por la paciencia y por tantos momentos permitidos en nuestra existencia.
Para don Tono.
Con cariño de la mamá del wero